Hay un dicho popular que dice: La ambición rompe el saco de la abundancia y ese dicho encierra una gran verdad y una gran sabiduría, porque puede aplicarse muy bien a los acontecimientos que han tenido lugar en las últimas semanas en este mundo capitalista que rige los destinos de quienes vivimos en esta época de cambios y renovación. La ambición se puede confundir con otras dos palabras que también están vigentes: La codicia y la avaricia que son conceptos semejantes y que tienen relación con lo que acontece en los dominios de los grandes capitales que se mueven en condiciones y en lugares que ni siquiera podemos imaginar, porque están fuera del alcance de la gente común y corriente, pero que afectan la vida de todas las personas porque tienen un impacto en los empleos y en los precios de los productos que tenemos que comprar para subsistir diariamente.
He consultado la definición de estas palabras y significan lo siguiente: “La codicia o avaricia es el deseo excesivo de obtener más dinero, riqueza o bienes materiales. La codicia es uno de los siete pecados capitales en la Iglesia Católica, usualmente llamado avaricia, pero la codicia es una palabra más aceptada porque se refiere al deseo de acumular riquezas y eso tiene más relación con el capitalismo y el consumismo.
Cuando nos referimos al hecho de codiciar las habilidades, bienes y talentos de otra persona, el término que se utiliza es la envidia. Cuando la codicia es aplicada al exceso de consumir comida o bebida, el término es gula, otro de los siete pecados capitales que se consideran en el catolicismo”.
En el centro del poder del capitalismo, que se encuentra más allá de nuestros pensamientos, existe un mundo de fantasía y de ensueño, donde se desarrolla la vida de la gente que tiene el enorme poder que otorga el dinero. En ese mundo donde existen lujos, riqueza, bienes materiales de diseño exclusivo, empresas de un enorme prestigio mundial y todo lo que poseen los grupos privilegiados que pertenecen a la clase más elevada de la sociedad, a pesar de que tienen todo lo mejor, tanto en riqueza como en poder y cultura, no se libran de vivir las bajas pasiones de la ambición y de una avaricia que no se puede contener. Esa forma de maldad es común en todos los seres humanos y es inevitable entre quienes son dueños del dinero y de los mejores bienes terrenales.
Los días pasados, los noticieros de todo el mundo estuvieron centrados en los acontecimientos que ocurrían en las bolsas de valores de los países del primer mundo y es que las bolsas de valores estuvieron viviendo la crisis más grave de sus historia, pues repentinamente se encontraron con la situación de que los fondos que las sostienen dejaban de tener los recursos financieros que le dan vida.
Esto puede explicarse con un ejemplo, pero debemos tomar en cuenta que es muy complejo lo que sucede en el ambiente de los grandes negocios, ya que la bolsa de valores es un lugar donde se reúne capital, es un lugar donde los dueños del dinero, reúnen cantidades millonarias, que se utilizan para sostener la compra y la venta de acciones, es decir la compra y la venta de pequeñas partes de lo que vale una empresa.
El ejemplo que lo trata de explicar es el siguiente: Supongamos que en un pueblito un grupo de rancheros se reúnen para buscar socios y tener dinero para los gastos que necesitan en la producción de sus ranchos. Entre todos toman el acuerdo de vender un pedacito de su rancho a un socio que lo quiera comprar y utilizar ese dinero para incrementar y sostener la producción. A cambio cuando reciba el dinero por la venta de las cosechas, a ese socio le tocará un porcentaje de las ganancias obtenidas. Para evitar el movimiento de dinero por la compra y la venta de esos pedacitos, los rancheros proponen crear un fondo común, con sus aportaciones y con dinero de algunos prestamistas que se beneficien con algún cargo extra por el dinero que invierten para que la bolsa no se quede sin fondos. Estos últimos también se encargarán de avalar todo ese movimiento de recursos. Este fondo se conoce como bolsa de valores, aunque también es conveniente mencionar que hay personas de mucho capital que solo viven de las aportaciones que realizan a la bolsa de valores, esas personas se conocen como capitalistas.
También tenemos que pensar que no todos los ranchos tienen el mismo tamaño, ni la misma importancia. Algunos serán muy grandes y otros serán muy productivos y por ese motivo el precio de sus pedacitos será diferente. Diariamente, en una bolsa de valores, se venden los pedacitos que las empresas ponen a la disposición de los compradores, aunque es más común que quienes tienen en su poder las acciones que han comprado, ponen a la venta esas acciones que poseen, para obtener una ganancia, cuando la empresa funciona exitosamente y con ello sube el valor de sus acciones.
Todo eso está muy bien y este negocio gigantesco es lo que sostiene la economía de las grandes empresas, pero en ese mundo no todo es perfecto, también existen las mismas condiciones de lucha, de trampas, de engaño, de traición, que suceden cuando dos personas se juegan en un volado algo que tiene mucho valor, o cuando se reúne un grupito de individuos para exponer su patrimonio en un juego de baraja. En estas dos situaciones está presente la codicia, la avaricia y la ambición.
En los Estados Unidos, una gran cantidad de artículos se compra por medio del crédito, es decir del dinero prestado: Una casa, un coche, un refrigerador, un televisor, los muebles, la comida y un sin fin de cosas más. Quienes compran por medio de un crédito tienen que pagar un interés y ese es el gran negocio de los bancos y de los capitalistas, el interés mensual que obtienen de los compradores. Es tan importante el asunto de los intereses que existen reglas que imponen los gobiernos para establecer el monto de los intereses. Un interés del 12%, significa un pago del 1% mensual. Se considera que en las grandes economías eso es lo justo, pero tiene variaciones porque puede subir un punto que sería el 13% o puede subir medio punto que se convierte en el 12.5%.
Tal vez un punto o medio punto sea muy poco dinero para una persona, pero a nivel global, cuando se tienen millones de deudores, ese porcentaje significa millones de dólares, también ocurre los mismo cuando una persona tiene deudas de miles de dólares o tal vez de millones, ya que ese pequeño porcentaje influye en el monto de la deuda y de los intereses.
¿Qué pasa cuando los deudores no tienen trabajo y no pueden pagar ni los intereses ni la deuda? Si son pocos, tal vez no pasa nada, porque pierden los productos que compraron y pierden el dinero que han pagado y así el banco prestamista recupera su inversión y sus ganancias, ¿pero que pasa cuando los deudores son millones y repentinamente se encuentran con la situación de no tener dinero para pagar los compromisos que han contraído? En esas condiciones el capital se esfuma, se pierde repentinamente y el capitalista llega a una situación de quiebra, que le impide cumplir con sus compromisos y provoca la quiebra de otro capitalista y es así como se establece una cadena interminable que recorre todas las bolsas de valores de todo el mundo.
La crisis que estamos viviendo es una crisis de deudores y de prestamistas. Es decir una crisis provocada por la avaricia y el deseo insano de obtener los mayores beneficios al invertir el gran capital. El saco de la abundancia estaba lleno, pero la ambición lo rompió y ahora todas las personas tenemos que cargar con el peso de esta crisis mundial.
El precio del dólar será más caro, los empleos serán escasos y el precio de las mercancías industriales subirá como consecuencia de todo esto.
La bolsa mexicana de valores sufrió una crisis muy fuerte en el año de 1994. Esa crisis tuvo un costo que aun estamos pagando, porque a todos los mexicanos nos impusieron esa pesada carga. Los capitalistas fueron protegidos para evitar un mayor desastre, por medio de un procedimiento que se conoce como FOBAPROA, pero esa historia la contaré en el siguiente número.
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