jueves, 28 de febrero de 2008

QUIEN SOY

Soy Palemón Mendoza Pérez. Tengo 52 años de edad. Trabajo en SEIEM desde hace 26 años. Me incié como educador de jardines de niños. Fui maestro frente a grupo durante cinco años, posteriormente realicé una función directiva. Actualmente soy supervisor en el municipio de Soyaniquilpan.
Soy casado, también con una educadora que actualmente realiza la misma función que yo. Tenemos dos hijos y somos originarios del estado de Oaxaca.
Vivo en el municipio de Jilotepec.
Me gusta leer, mis libros favoritos son Cien Años de Soledad, El amor en los tiempos del colera, El Evangelio según Jesucristo y La Biblia.
También soy fanático del cine, mis películas favoritas son El Padrino, Cinema Paradiso, Apocalipsis, El regreso a casa, que es una película china que les recomiendo mucho y otras más que no recuerdo de momento,

domingo, 24 de febrero de 2008

POBREZA EXTREMA

Con este artículo inicio una nueva colaboración para todos los lectores del periódico El Sol de Oaxaca, esta colaboración será un poco diferente a lo que escribí en mis Reflexiones Educativas con Aroma de Café, en donde la intención que tuve durante todo el tiempo, fue la de mostrar la vida desde el punto de vista de la educación y en ese espacio les comenté muchas experiencias que me tocó vivir en el medio donde realizó el trabajo que permite ganarme el sustento diario, por medio de la supervisión de escuelas de educación preescolar.
No podré evitar que en esta columna aparezcan artículos que hablen de la vida escolar y de la vida de mis compañeros maestros, porque tengo una muy fuerte formación en el aspecto educativo y frecuentemente estoy realizando actividades de actualización con las educadoras que me corresponde integrar un equipo de trabajo, pero el enfoque será distinto, porque en esta columna trataré temas que son comunes, pero que pueden verse desde diferentes puntos de vista. Esos temas nos parecen frecuentes y los escuchamos tanto que ya no tienen ningún significado, pero es necesario verlos con otro pensamiento para comprender la carga y la intención que tienen.
En principio de cuentas quiero suponer que usted ha comido en alguna ocasión los productos vegetales que los campesinos obtienen del campo y que nacen y crecen libremente porque nadie los siembra pero que ahí están, aunque cada vez en menor cantidad. Los productos a los que me refiero son los hongos, los quelites, las verdolagas, los berros, los chepiles, las flores blancas de una planta que crece del maguey y muchas otras que existen en todas las regiones de nuestra patria y que son comestibles.
Cuando era pequeño, en la casa, mi mamá nos preparaba una comida a base de las hierbas que se conocen como chepiles. Una vez que crecí me di cuenta que esa comida se preparaba como una opción cuando no había nada más, porque la otra era comer únicamente tacos de tortilla con sal, porque hasta los humildes frijolitos tienen un costo y se tenían que comprar y en ocasiones resultaba más adecuada la opción de los vegetales que produce el campo. Aunque los chepiles pueden comerse de diferentes formas: en tamales, combinados con guías de calabaza o con unas bolitas que se conocen como “popoyotes” que se hacen de masa con manteca y que se cuecen junto con los chepiles donde adquieren un sabor muy agradable
Para un campesino es muy difícil obtener ingresos económicos para sostener a la familia porque no hay trabajo del campo durante todo el año y solo hay en épocas de siembra, de desyerbe y de cosecha. Lo poco que ganan los trabajadores del campo solo les sirve para comprar lo más elemental, donde se incluye el maíz para las tortillas, el frijol para algunos días en que se pueda, un poco de azúcar y tal vez un poco de café, porque el dinero no alcanza para más. Esta situación que viven algunos campesinos se conoce como pobreza extrema y la padecen quienes no tienen opciones para mejorar sus condiciones de vida. No pueden salir de esa situación, porque revertirla está fuera de su alcance. La educación es gratuita solo en algunos puntos; como en el salario de los maestros, el edificio escolar y su equipamiento y tal vez en algunos materiales didácticos como libros y cuadernos; pero existen otros que tienen un costo y no se pueden evitar, como las infaltables cuotas que piden las asociaciones de padres de familia, el uniforme o la ropa que debe llevar el alumno, así como su calzado y principalmente, lo que es indispensable, la alimentación.
Un maestro sabe muy bien quienes son los alumnos que no tienen las condiciones para aprender, no por falta de capacidad o de habilidades, sino por la falta de los nutrientes que necesita su organismo, que se observa en un cansancio permanente, en unos ojos sin brillo, en una piel marchita, en unas manchas blancas en el rostro y principalmente en una piel muy delgada que cubre muy poco los huesos.
El maestro sabe quienes son esos niños y también lo intuye, porque tampoco llevan una monedita para comprarse algo a la hora del recreo y se pasan todo el tiempo con los labios resecos. La pobreza extrema es una condición muy semejante a la esclavitud, que se convierte en un círculo vicioso del que no se puede salir.
Porqué estoy tratando el tema de la pobreza extrema en este que es el artículo que renueva mi participación en este espacio? En realidad no lo elegí libremente, apareció como el tema principal en el noticiero de Joaquín López Doriga, durante la ultima semana del mes de junio y el mismo reportaje se repitió en el noticiero de la mañana que conduce Carlos Loret de Mola, en el canal estelar de Televisa.
Un reportero se dio a la tarea de visitar a las comunidades más pobres y marginadas del estado de Veracruz, pero pudo tomar cualquier estado de la república y hasta algunos puntos del Distrito Federal, para encontrar la situación de pobreza y de miseria que viven muchos niños de México. El reportero de Televisa visitó una comunidad que vive en la pobreza extrema y su idea era presentar la deficiente alimentación que tienen los niños de esas comunidades. Las imágenes que se vieron en ese día, mostraron una población que se encuentra en lo alto de una montaña, que está rodeada por una niebla permanente, donde hay viviendas construidas de materiales muy rústicos como tablas, barro, láminas de cartón, que tienen piso de tierra, donde el fogón se encuentra en el suelo y el comal está sostenido por cuatro piedras. En esas condiciones la familia se sienta en banquitos de madera, muy rudimentarios, para comer al derredor de la lumbre.
Después las imágenes presentaron a la escuela, que también es de barro y techo de lámina. Ahí los alumnos están sentados en sus pupitres. No tienen uniforme y la cámara nunca muestra el tipo de calzado que tienen. Están sentados muy atentos porque el maestro les ha pedido que contesten levantando la mano a algunas preguntas que les realizará. Primero les pide que levanten la mano quienes comieron carne en esa semana. Ninguno de los niños lo hace. Luego les pide que levanten la mano quienes comieron frijoles, algunos del grupo lo hacen y por último les pide que levanten la mano quienes comieron tortilla con quelites y en ese momento todos levantan la mano.
Después el reportero pregunta a algunas personas sobre cual es el alimento mas frecuente en las familias del lugar y la respuesta es simple: “tortilla con sal”. Luego entrevista a una niña muy simpática, que sonriente responde lo que el reportero le pregunta: “¿Que comiste en el desayuno?”, ella responde: “quelites”, ¿qué comerás hoy en tu casa?, ella responde: “quelites”, ¿qué comerás por la noche?, responde: “quelites”, ¿qué comerás mañana?, y la respuesta es la misma: “quelites”.
Por último presentan la entrevista que le hicieron al maestro y en ese punto me sentí incómodo porque pensé que el remate del reportaje estaría en presentar a un maestro apático, sin interés ni motivación por el trabajo que realiza, pero me llevé una agradable sorpresa cuando vi las imágenes de un maestro indigenista, que se expresó con toda corrección y que agradeció el interés de un noticiero tan importante en presentar las condiciones en las que viven sus alumnos y solicitó que se asignaran más recursos para apoyar la educación y la alimentación de esos niños. Esa actitud me pareció lo más rescatable de todo y esa misma actitud me hizo sentirme orgulloso de lo que soy, porque se necesita muy poco para enfrentar la tarea con dignidad y con decoro. Los maestros sabemos que la educación es una opción para cambiar las condiciones de vida de nuestros alumnos, pero esa opción depende de la voluntad de quien se enfrenta con el enorme reto de educar. Mientras más difíciles son las condiciones que existen en el medio social, es mayor la necesidad de un docente verdaderamente comprometido con sus alumnos.
Cuando no hay noticias, la pobreza extrema se convierte en noticia, sin embargo las condiciones de abandono, de marginación y de miseria, están presentes en todo momento porque forman parte de la vida diaria. No es el descubrimiento nuevo de un importante noticiero o de un reportero, que solo tiene que alejarse un poco de los centros urbanos para encontrarse con el hambre y la desnutrición de algunos mexicanos que viven sin esperanza.